Con la definición de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la inclusión de metas orientadas a superar los fuertes desequilibrios que han impedido a millones de personas acceder al derecho universal a la educación, la UNESCO promueve reconocer a esta como un bien común. Es decir, que pertenece a todos y, por lo tanto, compromete a cada actor social en una acción solidaria en favor de los individuos y de la humanidad en su conjunto.
Es en este punto que la Oficina de la UNESCO en México y la Fundación Alberto Baillères han logrado una productiva coincidencia a través de su Modelo Social. Este ofrece una innovadora experiencia al impulsar una infraestructura física escolar digna, de calidad y adecuada a las necesidades de los y las estudiantes, así como el desarrollo de comunidades escolares capaces de trabajar de forma colaborativa y solidaria, con una visión de futuro compartido. En conjunto, estos dos componentes forman parte de una propuesta de hábitat educativo para el siglo XXI que constituye un aporte fundamental para los propósitos de la UNESCO.